Con la tecnología al servicio de la educación
No es ninguna novedad, que la pandemia vino a reformular y configurar cualquier aspecto de nuestra vida.
No es ninguna novedad, que la pandemia vino a reformular y configurar cualquier aspecto de nuestra vida.
Desde la rutina hasta la metodología de trabajo de los sistemas educativos, el tema que vamos a abordar y que nos compete, de alguna u otra manera, el covid19 modificó algún paradigma o forma de actuar o funcionar. Para recuperar ese tiempo perdido, o las presencialidades, tangibilidades, se apostó en muchos casos por encontrar una cierta relevancia en el soporte brindado por la tecnología. La excelencia, recurso siempre buscado por la academia, tal vez tuvo que dejarse de lado un tiempo. Solucionar lo imprescindible, lo básico, era la cuestión principal. Eso simbolizó un atraso complicado de recuperar.
La tecnología, en cierto sentido, fue un reto pero también una solución. Innovar y darle la vuelta al asunto para establecer la virtualidad como un recurso de amparo, fue un aprendizaje en sí. Fue un cambio de paradigma importantísimo, para algunos inentendible, para otros salvador. Pero eso sí, para nada democratizador. Aún así, en muchos países o instituciones, hay una búsqueda que tiene que ver con la preparación del suelo o el terreno, para las generaciones modernas que deben depender si o si de la tecnología, como abordaje de su plataformas de estudio o trabajo. Así se fue desarrollando un cimiento importante en la lucha por la propuesta “vuelta a clases”.
Esta base, que se fue emprendiendo en distintos niveles y en muchos países, permitió desarrollar una seguidilla de retos o búsquedas o demandas, que deberán ser tratadas y satisfechas para poder pensar en un futuro complicado, pero necesario y nada utópico. Hay una simple necesidad empírica de abordar temáticas e ideas relevantes, cercanas al campo, a la vida rutinaria, que la ciencia muchas veces deja de lado, desde aspectos esenciales como defender o argumentar una idea. Esa cercanía, se puede encontrar de algún modo con la tecnología. Solo desde la innovación podemos acertar en este punto, ya que hoy en día la digitalización aborda constantemente nuestra vida. No le podemos escapar, mucho menos alejarnos.
Esta ‘tecnologización’ de la educación, llegará tarde o temprano. Por eso, apurarse o apostar e invertir en ella, es donde se encontrarán los modelos victoriosos. Trabajar los materiales de estudio desde los smartphones o tablets, o laptops, será vital. Simplificar tareas, automatizando cuestiones que en el futuro pronto serán inconcebibles, como resumir un texto que ya puede formular la inteligencia artificial, o leer un texto tedioso que puedes escuchar en formato audio. Pequeñas distinciones, detalles que harán una diferencia. Concentrarnos en lo verdaderamente importante, será tal vez el lema de lo que se viene.
Aportar desde las redes, estudiarlas en profundidad, nos brindarán un marco de estudio imponente. Qué mejor que utilizar lo que hoy guía muchas horas de nuestro día: Instagram o Twitter. Estos deben estar en la currícula general. Colaborarán con la culturización de las fake news o ‘hateos’, entendiendo como liquidar lo que no sirve.
Será solo cuestión de informarse, invertir y esperar. Tarde o temprano veremos que la utilidad y la funcionalidad ya no tiene nada que ver con lo arcaico o artesanal.